jueves, 23 de abril de 2009




Dolores era una mujer dulce ,encantadora y muy aburrida. Tenía 45 años, estaba casada y tenía tres hijos. Su vida era monótona, nunca había trabajado y su marido ganaba lo suficiente para que no tuviera que ir nunca a esclavizarse en una oficina. Así su vida transcurría entre la casa, las comidas que preparar, las compras al supermercado, las lavadoras y los cotilleos con las vecinas del barrio. Dolores necesitaba algo para dar un poco de sabor a su vida, sino no iba a aguantar tanto aburrimiento.

Un día, paseándose con el carro repleto de verduras, detergente, botellas de agua y lejía, se dio cuenta de lo que le faltaba: oír piropos. Necesitaba piropos, cumplidos para sentirse mujer. Con el marido, se limitaban a un sábado-sabadete y adiós, misión cumplida. Quería descubrir un nuevo mundo de sensaciones. Busco en su baúl de los recuerdos y se acordaba que él al principio le soltaba piropos un poco picantes. Pero con los años, el hombre, una vez casado, se dedicó su trabajo y a jugar a la Nintendo.Como todos los hombres.

Decidió volver a oír piropos, como sea.Mientras pelaba patatas, llamó a su gran amiga Clarisse, que sabía mucho de hombres:

-Mujer, debes pasear tu cuerpo serrano delante de unas obras.
-¿Para qué? No te entiendo.
-Por los obreros, tonta, los albañiles. Son los reyes de los piropos.
-¿Estás segura? ¿Dónde hay obras?
-Barcelona es una obra entera, cariño, ves a cualquier sitio y me contarás. ¿vale?
-Bien, te diré algo.

Dolores volvió a casa después de comprar hierbas para caldo y reflexionó sobre lo que le comentó Clarisse. Era buena idea, la verdad.Así fue cuando tomo la decisión de ir a desfilar delante de una obra después de fregar el suelo con Mister proper, sabor a pino. Estudió el mapa de Barcelona y decidió pasar por las calles donde iba a pasar el AVE. Allí seguro que había muchas obras.Pero el primer día, llamó a Clarisse:

-Por favor, acompáñame, no puedo ir sola.
-Espérame, saco el coche del parking y vengo.Clarisse llegó, subió corriendo al quinto piso donde Dolores vivía desde hacía más de 15 años:
-Hola “femme fatale”, ¿Estás preparada?
-Creo que sí. ¿Cómo estoy?
Clarisse levantó los ojos al cielo, reprimió una risita le sentenció:
-Para epezar, quita los pantalones, te pones una falda, te quitas esta chaqueta que pareces una yaya retirada haciendo punto de cruz, te sueltas la melena, la cola de caballo para fregar el suelo vale, pero para tus asuntos amorosos, no pega, nena. Te pones un poco de brillo en los labios, te lavas las manos que hueles a detergente y a coliflor, te quitas el sujetador, y pones una faja para que esta barriga de tres partos no se note tanto. ¿Capito?
-¡Clarisse, no te pases!
-Dolores, si no consigues que te silben unos paletas, estas acabada. ¿Entiendes?
-Capisco.

Dolores se cambió. Al cabo de dos horas,las dos mujeres estaban en la calle. Listas.Era un martes soleado de primavera, a las doce del medio día, hora punta para el almuerzo de los obreros.

-No veo, ninguno.
-Aquí mismo, a la derecha detrás del camión, susurró Clarisse, uno con casco amarillo, y uno torso que no te cuento, esta bebiendo una lata de coca cola, igualito que en la publicidad. Ves allí y desfila .
-No, mira, volvemos a casa…
-Ves ahora mismito o les digo que no llevas bragas.
-Voy.El prime piropo salió disparado:

-¡Pelirroja.. .qué linda salsa para mi fideo!

Dolores no pudo quedarse un minuto más, se fue corriendo a casa para recuperarse de la emoción. ¡Qué sensación, dios mío! Le daba mucha vergüenza, pero el piropo le había emocionado .
Clarisse le mando un sms:
“Bravo nena.”El día siguiente, se puso un blusa un poco desabrochada, unas medias negras y tacones. Se pasó delante de otra obra, por si acaso:

-¡Pelirroja! ¡Con esta mirada tan dulce, me dan ganas de chuparte un ojo!

No pudo evitar sonreír y se fue corriendo, casi se cayó por culpa de los tacones. Cuando llego a casa, se sirvió un vaso de agua, estaba sudando y se tuvo que sentar un rato. Pero le había gustado.Miro el mapa de Barcelona y se hizo un planning de obras. Cada día de la semana, iría a pasar delante de una construcción cualquiera.
Miércoles, calle Provenza con Calabria:

-¡Qué curvas más peligrosas, nena!

Dolores se sentía flotar en una nube, Dios, sentía una ola de calor subir por todo su cuerpo. Jueves: obras del metro línea violeta:

-¡Niña con este cuerpo, yo te haría un traje de saliva!

Este ya no le había gustado tanto, apenas si notó algún escalofrió, tachó la línea violeta de su lista.Viernes. Edificación de pisos de alto standing en la zona alta:

-¡Chavalota, tienes dos ojos como dos sartenes que cuando me los miro se me fríen los huevos!

Este sí que era muy bueno, Dolores empezó a sacar el abanico para refrescarse y se fue al primer bar a pedir un coñac. Llegó a casa con cara de felicidad absoluta, y se puso a preparar unos canelones de carne con bechamel, los mejores que había hecho en su vida.
Sábado: pavimento de la calle Córcega con Villaroel:

-¡Dicen que Dios hizo a la mujer perfecta, pero es que contigo se pasó!”

Sonrió al obrero y se fue al bar a pedir otro coñac un carajillo.Esta noche cocinó con amor ,una pata de cordero que había dejado marinar toda la mañana y su marido la felicitó.Domingo: no hay obras el domingo. No se acordaba. Dolores estaba desesperada. ¿Cómo iba a esperar al lunes? Se tuvo que tomar un somnífero para dormir. Pero mañana es lunes.

Así transcurría la vida de Dolores entre los” Dónde venden los números para ganarme este premio” y las croquetas de pollo, los ”Dime cómo te llamas y te pido para los Reyes” y las cremas de espinacas, los “Camina por la sombra que el sol derrite los bombones”” y las verduras con bechamel.Cada vez oía más piropos, cada vez se emocionaba más, cada vez tenía más orgasmos, cada vez se reía más del necio de su marido y cada vez cocinaba mejor. Todo volvió a la normalidad en la vida antes soporífera de Dolores.

Al final, se enamoró de Manolo, el jefe de obras. Pidió al divorcio al necio de su marido e instaló a Manolo en su piso. Este le soltaba piropos cada día, cada vez más osados, picantes y guarros. Era feliz. Pero, Manolo empezó a instalarse cada vez más en el sofá, a tener el mando aferrado a la mano, a beber cervezas, a eructar mirando partidos de futbol y poco a poco, se comportaba como un marido. Dolores, intentaba provocarle pero en vano. Manolo se parecía cada vez más a su ex marido.

Clarisse, que estaba al tanto del drama de su amiga, le indicó un barrio que estaba en plena reconstrucción y Dolores, después de poner una lavadora a de ropa de color, se fue en dirección a la obra, dónde había puesto los ojos sobre un guapísimo albañil rumano.

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