¿Quién mató al Sr Gominas, preguntó el inspector , fumando un puro cubano y sospechando de todos.
-Yo soy inocente, imploraba el acusado con esposas, cuando había jurado que a la primera ocasión le torcería el cuello a este animal.
-Yo tengo coartada, susurró la femme fatale, fumando tabaco francés; lo había seducido con suma facilidad, fue muy fácil.
-Yo lo ví todo, señor inspector, pero no me acuerdo de nada, lloraba el testigo ocular, que sabía, quien, dónde, cómo y por qué, y daba gracias a Dios que el hombre ya estaba muerto.
-Yo estaba limpiando la escalera con lejía, se justificó la portera, que odiaba a este inquilino moroso.
-¿Qué voy a hacer? ¿Por qué lo han matado? Gritaba histérica la esposa del difunto, que se iba a Venecia, con el dinero del seguro de vida.
-¿Qué muerto? Preguntó el forense, este hombre está vivo, todavía tiene pulso.
-Yo soy inocente, imploraba el acusado con esposas, cuando había jurado que a la primera ocasión le torcería el cuello a este animal.
-Yo tengo coartada, susurró la femme fatale, fumando tabaco francés; lo había seducido con suma facilidad, fue muy fácil.
-Yo lo ví todo, señor inspector, pero no me acuerdo de nada, lloraba el testigo ocular, que sabía, quien, dónde, cómo y por qué, y daba gracias a Dios que el hombre ya estaba muerto.
-Yo estaba limpiando la escalera con lejía, se justificó la portera, que odiaba a este inquilino moroso.
-¿Qué voy a hacer? ¿Por qué lo han matado? Gritaba histérica la esposa del difunto, que se iba a Venecia, con el dinero del seguro de vida.
-¿Qué muerto? Preguntó el forense, este hombre está vivo, todavía tiene pulso.
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