—Entonces, como fue?
—Genial nos fuimos a cenar fuera al puerto olímpico
—Vaya, mariscos y mar, un buen plan
—Sí, ostras y champagne francés
—Vaya, que bien y después
—fuimos a una discoteca muy selecta
— ¿Una noche de locura eh?
—Sí, no estuvo mal
— ¿Y el cómo es? Es guapo
—1m95 ojos verdes, muy atlético
—Que envidia, y tiene pasta?
—Es empresario y tiene 4 sucursales en Canadá y en los States
—Encima forrado, chica que suerte
—Sí, bueno, no está mal
—No te veo muy animada. ¿Está casado?
—No, se divorcio por mí
—Entonces, que pasa? ¿No te quiere?
—Me manda flores cada día, de las más caras
— ¿Es educado?
—Tiene modales exquisitos, se ducha cada día y no ronca y no tiene madre.
—Pero que pasa con él, si es una perla
—Me ha pedido en matrimonio, de rodillas
—Que suerte tienen algunas…
—Sí, bueno, no está mal
—A ver, no te veo convencida
—Pues, no
— ¿Que le falta a este perla de hombre a ver?
—No tiene red
— ¿Qué?
—No tiene ninguna red social
— A ver, facebook tiene?
—No, ni un solo amigo
— ¿Ni uno?
—No
— ¿Pero está en xong y linkedunk no?
—No, no sabe ni lo que es
— ¿Pero al menos sabe chatear?
—No tiene Messenger, ni web cam ni micro
—Ay, pobrecita, ya te lo dije
— ¿El qué?
—Que por internet, solo encontraras a tarados, ya ves
