viernes, 23 de enero de 2009

Rendez-vous


Rendez-vous

15 minutos.
15 minutos de retraso
No se lo podía creer. Clarisse se había levantado muy pronto esta mañana. Se había duchado, lavado el pelo, se había puesto unas gotitas de Chanel, se había comprado una blusa lila para la ocasión. Tenía el pelo brillante, sedoso, se había puesto un acondicionador con olor a mango. De acuerdo, había venido con bastante antelación pero llevaba un libro con ella; siempre se llevaba algo para leer a cualquier parte; ahora estaba terminando Mrs Dalloway de Virginia Woolf. Pero no podía tener tanta paciencia, era 15 minutos de retraso. Esta cita era la segunda, ella sabía que habían pasado los dos la primera prueba, la de la primera cita: la que lo determina todo. ¿Le gustaré, seré lo suficientemente guapa y atractiva para él? Me volverá a llamar?
Habían tenido suerte, los dos se gustaban. Con lo difícil que es llegar a la segunda cita. Estaba nerviosa, un poco irritada de momento. Había pedido un capuchino, y la plaza Virreina le encantaba con su encanto bohemio de siempre.
Él era un chico muy agradable, muy sencillo y sincero. Era más joven que Clarisse pero no importaba, no era guapo pero tenía una sonrisa encantadora. Le había confiado sus problemas, sus angustias, confiaba totalmente en ella. Estaba terminando sus estudios de química en la Universidad. Pero lo que provocó en Clarisse este deseo urgente de volver a verle, de no perderle era su amor incondicional: él estaba loco por ella, suspiraba por ella, le decía continuamente que la echaba de menos y le dijo varias veces “ me estoy enamorando de ti”. A ella le gustaba tanto, por fin un hombre capaz de demostrar sus sentimientos, de transmitir sus emociones. Aunque no tenía nada en común ella deseaba esta relación, y sabía que la segunda cita era primordial. La primera fue un esbozo la segunda era algo mas definitivo, una relación.
Se estaba poniendo nerviosa.
-“Vamos, seguro que está atrapado en el tráfico…o me está comprando flores, sabe que me gustan los tulipanes…no, no, seguro que es por la lluvia, ya se sabe que en esta ciudad, cuando llueve, es un caos…seguro, seguro que es esto”
20 minutos.
20 minutos de retraso.
¿Cómo podía tener tanta cara? Si tienes una cita con una mujer, debes legar puntual. No puedes llegar tarde, como mínimo avisas, mandas un sms, una llamada, una perdida, algo!
Pero no decir nada, es el colmo!
¿Más capuchino? Ya se había bebido dos, y le sabían a amargura. Las elucubraciones mentales de Mrs Dalloway empezaban a pesarle. Ya se había leído el periódico local dos veces, ya no tenía mas maneras de matar el tiempo. No iba a llegar, pero ya le daba igual. Estaba furiosa, otra relación que muere antes de empezar, como siempre! Con lo bien que podría estar en casa, tranquilamente. Tenía un manuscrito por corregir, una amiga esperaba una llamada suya, y 30 páginas a traducir. Entonces, ¿Por qué estar aquí perdiendo el tiempo para un maleducado, un grosero, un impresentable que no tiene ni idea de tratar con las mujeres!
30 minutos.
30 minutos de retraso.
Clarisse pagó los dos capuchinos, recogió su libro, se levantó y se fue hacia el parking. A lo lejos oía al chico llamarla. Tres veces:
-¡Clarisse! ¡Clarisse! ¡Espérame!
Ella sacó su mp3 se puso los auriculares, y se fue.





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